Por Doctor Sergio Eschler
Su legado: un cristal para proyectarse.
El sábado pasado, 24 de febrero de 2024, falleció Abdón Carim Rasso. Con las siguientes líneas se le rinde un pequeño homenaje a tan destacada figura del departamento, fundamental en sus etapas de emancipación.
En Malargüe, en aquel tiempo distrito de San Rafael, el 25 de noviembre de 1936 nació un hombre que, junto a otros con los mismos ideales, conformaron una generación que tuvo la responsabilidad histórica de refundar, luego de 1950 al nuevo departamento. Hacedor social, con fundación de varias entidades intermedias de las que fue presidente, político y vecino.
Transcribimos algunas de sus palabras: Malargüe será el sostén para el crecimiento de la provincia y aún de Cuyo, con seguridad. ¿Por qué?: Porque tenemos los recursos necesarios, agua – trasvase del río Grande al Atuel – No podemos continuar desaprovechando tan importante caudal; el paso El Pehuenche – soñado hace más de sesenta años- la explotación intensiva de la minería; el petróleo –, sin olvidar que somos el mayor productor de Mendoza superando en más del cincuenta por ciento al resto de la provincia; las sales de potasio; la gran extensión territorial con sus bellezas naturales para la explotación del turismo, porque veo que el norte de Mendoza y el sur de San Juan tiene muy poca capacidad de desarrollo en comparación, al igual que las provincias ubicadas al este.
La perspectiva histórica es fundamental para entender esta herencia a sus descendientes. Su figura emerge en un Malargüe muy diferente al actual como lo hemos señalado en los diferentes capítulos del presente trabajo. El empuje vecinal y las políticas de ampliación de derechos civiles, sociales y territoriales, mediante el reconocimiento de las soberanías, pusieron al nuevo departamento en otra situación.
Sus cualidades, como la solidaridad, el compromiso y la nobleza, lo erigen en un personaje destacado de su generación. Se convirtió en un referente de la fuerza revolucionaria y transformadora de la realidad, del trabajo, de la humildad. Esta combinación de elementos personales, sociales y culturales impulsaron su trayectoria, así como el sentido de pertenencia y el amor al progreso de su región. Agresivo y emocional en sus proyectos, pero humilde y capacitado, pudo poner de pie a instituciones atrasadas y ser parte de la fundación de otras, mostrando el camino contrario al letargo histórico.
Las comunicaciones, el deporte, la militancia y el compromiso surcaron su existencia y su gestión abriendo caminos y nuevos horizontes. Su mandato consistió en trazar puentes solidarios mediante su responsabilidad e ideales, pero también tender una mano a todos los que no tenían acceso a trámites interminables, obteniendo soluciones satisfactorias, tales como beneficios a nuestros exponentes de la tercera edad.
Esta es la historia de un malargüino que se relacionó con su terruño mediante las utopías que pudo concretar en el duro campo de la realidad, pero siempre con un acento propio. Esas quimeras lo convirtieron en un ícono de la historia grande de Malargüe.
Su legado es simplemente un cristal donde los jóvenes pueden proyectarse, no sólo recibiendo su mensaje de militancia y participación, sino comprendiendo la vida de quien se brindó por completo al bien común. Desafió obstáculos y evadió complicaciones con los sueños y la convicción como bandera de lucha.
Contar su vida es contar un pedazo grande de la historia de, como él lo denomina, mi Malargüe.
“Querer a Malargüe, significó en mi vida siempre una gran fe y esperanza y sobre todo soñar permanentemente con un Malargüe grande y progresista. Sentía tristeza cuando escuchaba a algunos coterráneos decir que nuestro departamento estaba muerto, que había que buscar otros lugares más desarrollados, que dependíamos solamente del petróleo o la minería, que nadie nos escuchaba y que Malargüe se convertiría en un pueblo abandonado.”, simplemente así era Abdón Carim Rasso.
