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Independencia, Soberanía y convocatoria a los malargüinos

Por Dr. Sergio Eschler

“Yo le digo a Laprida lo admirable que me parece el plan del inca a la cabeza, las ventajas serían geométricas.”

José de San Martín

El proceso revolucionario iniciado antes de 1810, tuvo en sus primeras décadas avances y retrocesos significativos.

Del revolucionario Primer Gobierno Patrio al impopular Primer Triunvirato, se evidenciaron fuertes estancamientos en la propuesta autonomista que habían pensado Moreno, Belgrano y Castelli, entre otros.

La llegada de San Martín renovó algunas posturas de emancipación, sin embargo el fracaso de la Asamblea del Año XIII, en declarar la Independencia y dictar una constitución, obligó a redefinir las estrategias políticas, económicas y militares.

Artigas en 1815 declara la Independencia de los Pueblos Libres, por primera vez. El Directorio, convoca un Congreso en Tucumán, que en definitiva declarará la Independencia en 1816, luego que Belgrano emocionara a todos los diputados en la sesión secreta del 6 de julio.

¿Qué significado tiene la declaración de la Independencia?

Pueden hacerse varias lecturas. La más importante, es que en su declaración contiene un concepto clave: la soberanía.

El desafío más relevante era construir una nación soberana, no sólo en lo económico, sino también en lo social, cultural y simbólico.

En Malargüe, históricamente, las fiestas patrias han sido escenarios de grandes protestas de los actores locales. Han generado espacios de soberanía local, que han quedado en las memorias, como por ejemplo el reclamo para ser departamento en 1950.

Esa construcción soberana, que se inició en aquellos tiempos de emancipación es la que nos debe motivar a darle continuidades en este siglo XXI.

Si bien, la Soberanía es proceso colectivo, esta debe desarrollar la diversidad y el fortalecimiento de la democracia mediante el combate a todas formas de violencia en un marco de pluralidad, convivencia pacífica y desarrollo científico, donde la ciencia sea una prioridad sin dilataciones.

Tal vez, reflexionando sobre la Independencia declarada el 9 de julio en Tucumán, podamos realizar un recorrido social basado en la Ética mínima. Sólo exige compromiso y comprensión, de esa manera, la Independencia será Soberana.

Siguiendo estos caminos, Malargüe dejará de ser un sueño postergado, para transformarse en una realidad, donde las nuevas generaciones puedan concretar el mandato soberano sanmartiniano:

“Crecer, sembrar y prosperar, libre de toda cadena.”