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Jóvenes solidarios apadrinan con amor en Malargüe

En un acto de amor y compromiso con la educación, un grupo de jóvenes provenientes de Buenos Aires ha apadrinado la Escuela Especial Maurín Navarro en Malargüe durante más de 15 años. Lo que en sus inicios fue un proyecto en la capital argentina, se convirtió en un lazo indeleble con dicha institución. Los integrantes destacaron el aprecio, cariño y amor que sienten por cada uno de los educandos que asisten al establecimiento.

Matías Menendez, en representación del “Grupo Malargüe”, compartió con entusiasmo su experiencia: “Nosotros venimos todos los años en la semana cuando empiezan las clases después de las vacaciones de invierno. Venimos y compartimos unos días con ellos”.

Durante su visita anual a la Escuela Maurín Navarro, los jóvenes no solo comparten las clases con los educandos, sino que también traen donaciones para el establecimiento y organizan diversas actividades lúdicas y educativas. “Hemos trabajado seguridad vial, hemos armado un mapa del patio y los hemos llevado en una búsqueda del tesoro”, explicó Matías. La iniciativa busca no solo entretener a los niños, sino también inculcar valores importantes. Trabajan el respeto a las normas de tránsito y la conciencia sobre la contaminación y la importancia del agua.

El compromiso de estos jóvenes va más allá de la dedicación de su tiempo. El grupo asume todos los gastos asociados con su viaje en colectivo y estadía en el Albergue Municipal de Malargüe. “Estamos siempre felices de devolver el apoyo que recibimos no solo del colegio, sino de toda la comunidad de Malargüe”, enfatizó Matías. Luego, resaltó el aprecio y la calidez que han recibido por parte de la comunidad local.

Una iniciativa independiente con un propósito común

El “Grupo Malargüe” no tiene ninguna afiliación institucional. Son simplemente un conjunto de jóvenes unidos por su pasión por ayudar y hacer una diferencia positiva en la vida de los demás. Con un mínimo de 18 años para ingresar al grupo y pese a que muchos de ellos trabajan y estudian, se aseguran de estar presentes en cada visita.

Esta historia inspiradora refleja cómo una pequeña idea puede transformarse en un acto de amor y solidaridad que perdura durante años. El apadrinamiento de la Escuela Maurín Navarro por parte de este grupo de jóvenes es un ejemplo brillante de cómo el compromiso y la dedicación pueden impactar positivamente en la educación y el desarrollo de la comunidad.