La ciclovía norte de Malargüe, bautizada en honor a Roberto Arredondo, se ha convertido en un símbolo de la lucha diaria de las personas con discapacidad por acceder a espacios seguros y accesibles. Sin embargo, para Roberto y su familia, esta vía, que debería representar inclusión y reconocimiento, se ha transformado en un obstáculo insuperable.
A sus 49 años, Roberto, quien depende de una silla de ruedas para desplazarse, se enfrenta a condiciones deplorables en la ciclovía que lleva su nombre. Las malas condiciones del pavimento y la ausencia de medidas de seguridad han convertido este lugar en una trampa que podría ser mortal para él.
El drama se intensifica con la reciente avería de la silla eléctrica de Roberto, su principal medio de transporte, que está siendo reemplazada gracias a la gestión de su obra social. Sin embargo, el temor de transitar por la ciclovía ante el riesgo de que su única silla se deteriore aún más lo ha dejado prácticamente atrapado en su hogar.
La ironía alcanza su punto máximo al recordar que fue precisamente la gestión municipal de Jorge Vergara Martínez la que construyó el puente Arroyo La Bebida, bautizando la ciclovía en honor a Roberto. Sin embargo, este gesto de reconocimiento resulta vacío para él, ya que la altura del puente lo hace inaccesible y peligroso, sin barandas completas en sus pendientes lo que le resta seguridad. Así, Roberto se ve obligado a arriesgar su vida circulando por la ruta, exponiéndose a ser atropellado, en lugar de disfrutar de la vía que lleva su nombre.
“Estoy cansado de adaptarme al mundo que me rodea“, lamentó Roberto, reflejando la frustración y la injusticia de una realidad que debería ser de inclusión y accesibilidad para todos.
En diálogo con nuestro medio, Roberto además mencionó que hay muchas personas que también transitan el lugar y que corren el mismo peligro que él, por lo que solicita a las autoridades que mejoren las condiciones de la misma.