Por Dr. Sergio Eschler
Días después de los acontecimientos del 25 de mayo de 1810, Mendoza vivió días de incertidumbre, ¿había que plegarse a la revolución porteña?

A Mendoza, la noticia de los acontecimientos del 25 de mayo de 1810 arribó veinte días después. Se registraron escenas de gran tensión entre las autoridades y los respetables vecinos de la ciudad. El 6 de junio de 1810, un particular trajo a Mendoza la noticia de que en Buenos Aires se había destituido al virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros y formado una Junta de gobierno. Al enterarse de lo ocurrido, las autoridades se mantuvieron a la expectativa de informaciones oficiales.


La noche del 13 de junio, un joven miliciano bajó rápidamente de su caballo para entrar a la sala del Cabildo mendocino. Se llamaba Manuel Corvalán y llevaba los despachos oficiales de la Junta Gubernativa instalada en Buenos Aires el 25 de mayo. La noticia confirmó el rumor del día 6 y estremeció a las autoridades locales, que inmediatamente se reunieron en la sala Capitular y resolvieron convocar a los vecinos más representativos de Mendoza.

Luego de disputas internas, entre los vecinos y los peninsulares, se convoca a un cabildo abierto. La situación era muy tensa y existía incertidumbre por parte de los representantes. Fue por eso que organizaron en la Sala Capitular un Cabildo Abierto, para definir la posición de Mendoza. A la reunión concurrieron unos 46 vecinos que debatieron sobre si se oponían o apoyaban a la Junta. Las autoridades, encabezadas por Ansay, Torres y Gómez de Liaño se opusieron al gobierno de Buenos Aires. Algunos de los asambleístas quedaron molestos por esta decisión y los dos alcaldes, temiendo una posible confrontación, exigieron que el comandante Ansay entregara las armas y pertrechos.
Varios vecinos supieron de la oposición de las autoridades, y un grupo que apoyaba a la Junta se volcó a las calles y tomó la Sala de Armas del Cabildo. La presión fue tan grande que se convocó a una nueva asamblea y se decidió elegir a un diputado para que representara a Mendoza ante la Junta. Fue elegido Bernardo Ortiz y se votó a Isidro Sáenz de la Maza como nuevo comandante de armas.

En la fría noche del 28 de junio, Faustino Ansay, Torres, Gómez de Liaño y treinta vecinos asaltaron el cuartel para apoderarse de las armas, produciendo un motín. Entre ellos, se encontraban varios ingleses y portugueses. Ya en el cuartel, y con los pocos soldados que habían reunido, se dispusieron a sostener la negativa de la Junta. A pesar de la actitud, no hubo derramamiento de sangre gracias a la intervención del presbítero Domingo García, quien calmó los ánimos y propuso que se celebrarse un acuerdo entre las partes. La reunión se realizaría el 1 de julio.

Días después de firmar este convenio, el gobierno de Córdoba solicitó armas y tropas, las autoridades del Cabildo de Mendoza negaron el envío, diciendo que había tenido lugar un acuerdo y que no podían socorrerlos. En la mañana del 10 de julio, el coronel Morón llegó a nuestra ciudad, con la misión de reclutar tropas y reunir armas para la expedición militar contra Córdoba. Esto produjo el apoyo incondicional a Buenos Aires y la destitución del comandante Faustino Ansay.

¡La revolución había triunfado en Mendoza!
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