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Categoría:
Sociedad

La Declaración de la Independencia en 1816 en el Congreso de Tucumán

El proceso revolucionario, con el giro estratégico de la Declaración de la Independencia en 1816, es un prisma histórico ideal para desarrollar varios aspectos de esos tiempos tan convulsionados. Esta etapa se desarrolló bajo un contexto de emergencia y caos en la práctica, pero con el objetivo de establecer un nuevo orden social y político, desde las deliberaciones en el Norte de la Provincias Unidas. 

Una cuestión interesante, en la trama de la Independencia, es reflexionar: ¿por qué Tucumán, fue el escenario de esa Asamblea Legislativa? Para comprender esta cuestión, es fundamental poner en valor la relación entre Buenos Aires y el resto de las provincias. Las tensiones eran fuertes para ese momento, y en un gesto de promover un mejor escenario de concordia y fraternidad, los porteños deciden cederle el escenario principal al interior. Dicha provincia norteña, era un eje fundamental en el mercado colonial que conectaba al Puerto de Buenos Aires con el mercado minero en Potosí, la potencia en esos aspectos, la perfilaron como la mejor opción.

La cartografía también promueve reflexiones a la hora de pensarnos como nación. En el Congreso participaron muchas provincias que hoy, no son parte de nuestro país, del Alto Perú como es el caso de Charcas, Mizque, Cochabamba o Potosí, entre otras. Y también, se da la lógica contraria, provincias que son parte de división política y administrativa actual, como el caso de Corrientes, Entre Ríos y Santa Fe.

El perfil ideológico de los legisladores también es un punto para poner en valor. Durante el año 1816, estaban participando de la Revolución personajes muy importantes como San Martín, Belgrano, Güemes, María Remedios del Valle, Mariquita Sánchez de Thompson y otros/as, sin embargo, los que tenían que tomar decisiones eran conservadores, en cuanto a las tradiciones coloniales, prácticas religiosas y visiones políticas. La ruptura de esa matriz conservadora, se rompió el 9 de julio, luego de las sesiones históricas y secretas del 6 de ese mes, encabezadas por Belgrano.

El caos se expresa de múltiples formas en estos momentos. Por un lado, señalar que la economía de guerra era un tema clave, además que la Revolución rioplatense era la única que se mantenía activa. Era acechada militarmente por Chile y Perú, luego de la restauración monárquica en España, donde Fernando VII esta dispuesto a recuperar los territorios sublevados.

Los desarrollos caóticos, se evidencian claramente, a partir de la vigorosidad de los dos proyectos que surgieron desde que se produjeron los hechos de mayo de 1810. Por un lado, el centralista porteño, por otro, el de los Pueblo Libres encabezado por Artigas y las provincias del Litoral. El primer proyecto, se debatía por cuatro propuestas, dos dependientitas que consistían en someterse al Emperador Francés Napoleón Bonaparte o cede la soberanía a un protectorado inglés, otras dos aspiraciones propiciaban una mirada emancipadora: la perspectiva autonomista del autogobierno, pero respetando al Rey de España, y la de la Independencia definitiva, con el ideal de formar una nueva nación. El plan artiguista, para 1816, ya había declarado la Independencia, el 29 de junio de 1815, presentando un esquema federal, republicano con profundas transformaciones sociales. Bajo este esquema, San Martín organizaba su plan de Guerra para darle perspectiva continental al proyecto emancipador. Estas tensiones estarán presentas hasta la Batalla de Cepeda de 1820, donde se van a disolver ambas propuestas.

La vida cotidiana tampoco no aportaba muchas certezas. Por los caminos carreteros de barro, se desplazan expectativas frustradas y una gran desobediencia. Es que la Guerra había hastiado a los libertos, y ya no veían en la militarización un horizonte mejor de forma clara y la deserción miliciana también se agravó por estos años. La desobediencia, también era una práctica regular. Todas las lógicas coloniales de habían roto, por lo tanto, no había consolidado un orden social al cual obedecer, no se quería ser esclavo, pero el anhelo civil de ciudadano, estaba lejano.

En los territorios de Mendoza, en especial en el Sur provincial, la Independencia significó un nuevo orden de cosas. Donde las relaciones interétnicas se modificarán, se establecerán nuevas microrregiones de influencia de nuestros pueblos originarios, además de convertirse Malargüe, como un paso estratégico del Ejército Libertador., ya que la sexta columna, encabezada por Freire, atravesó el territorio más austral de la provincia, siendo un aporte fundamental para sublevar a los pueblos del Sur de Chile.

En los párrafos anteriores hemos vistos algunas dimensiones complejas de como se expresaba el caos en la práctica. En el horizonte de la convocatoria el Congreso de Tucumán, se plasmó la idea de establecer un orden que permitiera poner en valor el nuevo esquema emanado de las ideas liberales en América. Este objetivo, tardará décadas en concretarse, ya que las tensiones internas se prolongarán por mucho tiempo, hasta 1880.

La reflexión final, que quiero compartir con ustedes, sobre el proceso revolucionario y la Declaración de la Independencia tiene como matriz ponderar que esos hechos históricos, se presentan como un “mito fundacional” de nuestra nación, al cual todos los proyectos posteriores, han reivindicado de forma sacralizada.